distinto recorrido.
En el
diagnóstico debemos
preservar esa singularidad que permite que
rescatemos al Sujeto y su responsabilidad en juego.
Nuestra intervención psiquiátrica no totaliza el
abordaje terapéutico.
`
Tercer punto, la función del acompañamiento
terapéutico.
`
A lo largo del trabajo, la autora nos cuenta cómo
se fue instalando la transferencia en el vínculo que
la paciente arma con su acompañante. Trabajo
imprescindible en todo vínculo humano, trabajo que
los psiquiatras también debemos realizar para
intervenir desde nuestra especialidad.
`
En el caso que nos convoca, este trabajo que la
autora realiza abre la posibilidad de que Mabel
realice una demanda,
resultado por demás
interesante para que se lleve a cabo la intervención
por excelencia que la acompañante realiza con
Mabel.
`
¿Qué pide la paciente?
`
Pide no quedarse con la culpa, pero en esta
ocasión también pide que no se la saquen del todo.
Pide seguir participando. Y su acompañante, lejos
de diagnosticarle una incapacidad endógena para el
uso de la tecnología, asume la tarea que la convoca.
En este dispositivo entre Mabel y su acompañante,
la paciente recupera su responsabilidad y con ello
su subjetividad. Se produce una intervención eficaz
que repara la intervención a medias que el
diagnóstico psiquiátrico había inaugurado.
`
¿Cuál
es l a fu nci ón del
Acompañami en to
Terapéutico?
`
La autora rescata, en el caso que nos convoca,
una serie de temas sumamente importantes e
interesantes para pensar la tarea del acompañamiento:
`
Al principio nos señala como funciones:
`
•`
Producir una clínica ambulatoria por la vía del
semejante y que
`
•`
La inclusión del acompañante funcina como
tercer elemento dentro del equipo tratante, buscando
ofrecer así la contención sostenida del sujeto.
`
Tomando en cuenta esto, me detengo en la
mención hacia la clínica ambulatoria y cómo los
psiquiatras y los psicoanalistas debemos tener
respecto de qué hacemos los psiquiatras con este
asunto.
`
¿Debemos quedar callados y no decir nada,
suponiendo que un diagnóstico siempre va al lugar
de la desresponsabilización del
Sujeto? ¿Cómo
introducimos una medicación si no la encuadramos
en la lógica de un diagnóstico? El
otorgar un
diagnóstico a un paciente, ¿es un derecho del
mismo?, ¿es un deber del psiquiatra comunicarlo?
`
Evidentemente, todas estas preguntas no son de
fácil respuesta. Voy a mencionar algunos conceptos
que me parecen que son importantes para pensar el
tratamiento del diagnóstico psiquiátrico y el lugar
que el psiquiatra ocupa cuando medica.
`
1 )`
Siempre debemos medicar con una hipótesis
en mente. Armar la línea diacrónica, participar de la
evolución del cuadro clínico, permite dar seriedad y
consistencia argumentativa a nuestra intervención.
No podemos dar una medicación para meramente
probar, o a modo de acto reflejo. La hipótesis puede
ser respecto de la presencia de un diagnóstico
global, por ejemplo, trastorno bipolar, o puede ser
respecto de la presencia de una situación aguda o
un síntoma como ‘x’,
por ejemplo,
excitación
psicomotriz o episodio psicótico breve o la presencia
de angustia.
`
2)`
El diagnóstico es un concepto dinámico en la
mayoría de las ocasiones con las que trabajamos.
Solemos partir de la hipótesis que nos permite
empezar a medicar y en la evolución del cuadro
vamos encontrando una lectura retroactiva que
permite precisar de qué se trata.
`
3)`
Es un derecho del paciente poder recibir
información acerca del diagnóstico, sin que perdamos
de vista que se puede comunicar bajo la lógica del
diagnóstico presuntivo.
`
4)`
Es una obligación del médico dar un diagnóstico.
Diagnosticamos para pensar una medicación y la
medicación es una intervención en el cuerpo. No
podemos med i car si n encuad rar nuestro acto
terapéutico.
`
5)`
El modo en que se comunica el diagnóstico
es fundamental para evitar hacer del mismo una
sentencia absoluta.
`
6)`
Un mismo diagnóstico, en psiquiatría, puede
tener muy distinto pronóstico, distinta evolución,
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