

ambas sustancias en humanos”
. Su psiquiatra accedió
al pedido de Lucía, quien ya había comprado y tenía
en su casa el fármaco para comenzar la ingesta en los
próximos días.
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Cuando llego esa noche, Lucía estaba dibujando,
mientras me cuenta lo que haríamos más tarde, pone
Sui Generis
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y suena: “Canción para mi muerte”. Su
amiga le dice que cambie esa música, que era
“para
suicidarse”
, Lucía se ríe y la cambia mientras se pone
a bailar y cantar. Su amiga se va y cenamos. Luego,
me pide opinión sobre su ropa, me pregunta si se ve
gorda y se cambia varias veces. Se pone un vestido
negro y agrega una vincha en su pelo con grandes
flores negras a la que llama “dramática”. Me retiro
para que pueda cambiarse tranquila y a los pocos
minutos escucho que con un tono aniñado, Lucía me
llama desde el comedor:
“Dejá eso y vení a estar
conmigo”
. Me acerco y me mira fijo, casi llorando. Le
pregunto que qué le pasa y me abraza. Noto que se
había cortado en la muñeca, acto que ya había realizado
días atrás. Al ver que la herida era superficial, la
desinfecto y opto por abrir el diálogo. Lucía me dice
que se trató de un impulso, que tenía miedo de quedarse
sola, que tenía ganas de drogarse y cortarse la aliviaba.
Seguimos hablando y pide para leerme algo que
escribió hace unos años. Eran canciones referidas al
consumo, a lo mal que se siente después de consumir
y de lo triste y oscura que es su vida. Conversamos
más de una hora hasta que Lucía me abraza y
agradece mi compañía, diciendo que nunca había
podido hablar de esto con nadie. Luego propone
ponerse a trabajar sobre su nueva obra hasta que la
llamen sus amigos para salir. Lucía se encontraba
más tranquila y entusiasta contándome de sus nuevas
ideas a plasmar en el bastidor. Luego de pintar
concentrada durante largo tiempo, va al baño e
inmediatamente la llama una amiga. Le acerco el
teléfono y sale a los pocos minutos. Al salir Lucía se
para frente a mí y me mira fijo, sosteniéndome la
mirada. La observo y veo que en la mano tenía un
envase del nuevo fármaco que le había dado su
médico. Al notar Lucía que miro el frasco, lo deja
caer, al igual que a su cuerpo. Tomo el recipiente y
estaba vacío. Le pregunto si
había tomado las
pastillas, me abraza pero no responde. Elevo la voz
y reitero con firmeza la pregunta y dice que sí.
Llamo inmediatamente al
coordinador mientras
preparo su cartera con su DNI y el carnet de la obra
social para ir a la guardia más cercana. Lucía se
rehusaba a ir, manifestando que se sentía bien. Sin
darle opción, la agarro del brazo y tomamos un taxi.
En el
camino, me pedía perdón diciendo que
siempre hace lo mismo
con la gente que más quiere
y que no me enoje con ella, que no lo haría más. Le
pido que se tranquilice, diciendo que sólo íbamos a
modo preventivo para que ella estuviera bien. Me
pide para llamar a su psicólogo quien no responde.
Al llegar a la guardia, internan a Lucía para hacer un
lavaje de estómago. Mientras espero afuera, intento
nuevamente el contacto con la coordinación, no fue
posible por inconvenientes en la señal. Luego, llaman
sus amigos y les explico la situación,
vienen
rápidamente al hospital. Me cuentan que durante la
tarde Lucía estuvo enviando mensajes del estilo:
“Hoy
nos tenemos que ver, es mi velorio”
, como anticipándose
a lo que vendría más tarde. Están enojados con Lucía,
refieren que están cansados, que siempre hace lo
mismo, que es muy difícil estar con ella, que busca
llamar la atención y que hay que internarla.
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Dúo argentino de rock formado por Charly García y Nito Mestre.
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Más tarde llega su madre, quien intenta comunicarse
con el
psiquiatra, quien tampoco responde. Los
médicos informan que Lucía está bien pero piden el
traslado a una clínica para que quede internada y
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